El pasado lunes, las autoridades birmanas se comprometieron a permitir la entrada de los cooperantes internacionales tras la reunión en la antigua capital, Rangún, del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y el jefe de la Junta, el general Than Shwe.
La ONU ha dicho que los militares también han permitido el acceso de un mayor número de sus cooperantes al delta del río Irawaddy, la zona más afectada por el brutal paso del ciclón y donde más de 2 millones de víctimas carecen de vivienda y agua potable. Hasta ayer, cuarenta y cinco visados se encontraban pendientes.
Desde que Nargis asoló el sur del país el pasado 2 de mayo, el régimen birmano ha dispuesto férreos controles en las carreteras de acceso a la zona del desastre y ha impedido la entrada de cooperantes extranjeros a los que no ha concedido permiso hasta ahora. Durante todo este tiempo, diversas organizaciones humanitarias y ONG han denunciado que la Junta Militar requisa la ayuda internacional.
Los militares birmanos calculan que necesitarán unos 7.000 millones de euros para la reconstrucción del sur del país, mientras que la ONU solicita a los donantes 201 millones de dólares para atender durante los próximos tres meses las necesidades más urgentes de los damnificados. Según la ONU, al menos 2,4 millones de víctimas que sobrevivieron al ciclón necesitan ayuda, y menos de la mitad la han recibido.
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